jueves, 27 de septiembre de 2007

Eréndira Ikukinari



La capacidad realizadora de varios directores cinematográficos mexicanos es admirable. Tener un millón y medio de dólares para producir Eréndira Ikikunari (Juan Mora Catlett, México, 2007) y salir airoso del compromiso es digno de comentarlo, repetirlo, difundirlo, defenderlo… No es sólo cosa de ser insistente en las palabras y no comprenderlas o exagerar su uso en la repetición. El cine de autor en México tiene la mala costumbre de pasar casi desapercibido. Eréndira Ikikunari no es la excepción. Aunque es candidata para representar a México en las nominadas para el mejor film de lengua extranjera en el Oscar –los primeros días de octubre se conocerá si tendrá esa categoría- es poco factible su inclusión. ¿Motivos? Varios, pero lo más lamentable es el reiterativo asunto de que ha transitado muy poco en los circuitos comerciales. Aún en el remoto caso de que Eréndira pasara la aduana de los miembros de la Academia mexicana el film tiene, además, que luchar contra el posicionamiento mental que los miembros de la Academia norteamericana tienen con el imponente y mediocre producto mercadológico de Apocalypto (Estados Unidos, 2006). Sirva como pequeña aclaración que el trabajo de Juan Mora Catlett con Eréndira es previo al de Mel Gibson.

El planteamiento original de Eréndira Ikikunari está en advertir que las divisiones internas de los purépechas son el punto de arranque para entender cómo el invasor y a la postre conquistador aprovechó en su beneficio esa circunstancia histórica. En un mundo con un absoluto poder del hombre en cualquiera de sus roles; ya como jefe militar, cacique, esposo, guerrero, se propone una idea narrativa contradictoria de ese mundo patriarcal basada en una poderosa y la vez seductora leyenda purépecha de una mujer rebelde que rompió con lo establecido de la época. Cómo que una mujer fue capaz de enfrentar al tirano español, oponerse al tirano dentro de su propio pueblo, negar a una cosa que decía ser su esposo, y encima apropiarse de un caballo, aprender a montarlo y hacerse guerrera y no morir en el intento. Si esto no tiene un enorme valor cinematográfico, comprendido como tal, entonces es tiempo de rentar cualquier cosa que se ofrezca al dos por uno porque Eréndira es un personaje con mucho valor de contenido.

Es entonces Eréndira Ikikunari una interesante mezcla de Historia (aunque Historia oficial de vencedores en fragmentos tomados de diálogos escritos en el códice Relación de Michoacán) con la leyenda de tradición oral (la visión de los vencidos) para aportar con ello, desde un punto de vista cinematográfico, hacia la reconstrucción de un origen sin duda doloroso de lo ahora conocido como mexicano. Lo mexicano y su herencia cultural cargada de religión que ciertamente entró a sangre y fuego. Nunca sin olvidar que ese hecho también tiene su atenuante en la idea de las culturas prehispánicas para ver a los invasores como dioses –las máscaras en los personajes españoles lo acentúan de manera apropiadamente simbólica-. No se percibe intención de estigmatizar a los conquistadores más allá de lo de sobra aceptado y entendido.

Es posible encontrar en la película un ritmo por momentos desesperadamente lento. La explicación quisiera encontrarla en la vieja limitación de recursos en el cine mexicano, obligando en consecuencia al montaje estirar algunas escenas ligeramente por encima de lo necesario. Momentos que son justificados dentro de la trama por instantes peligrosamente los sentí abusivos para el interés del espectador. En contraparte debe destacarse la riqueza visual de toda la película –con recursos prestados del teatro-; paisajes naturales; escenografía apoyada en ruinas prehispánicas; intercalado con ilustraciones en gran formato del códice Relación de Michoacán en algunas tomas; personajes maquillados con gran colorido así como un vestuario para cada casta purépecha; utilización de máscaras tanto de forma simbólica como dentro de los rituales propios de la narración. Un muy buen trabajo de producción, maquillaje, vestuario, fotografía, plasmado con calidad en pantalla.

Eréndira descansó en la responsabilidad actoral de Xochiquetzal Rodríguez, quien no presenta una excepcional actuación que sin embargo cumple más que satisfactoriamente con las exigencias del personaje el cual obligó la memorización de diálogos en purépecha. Juan Mora decidió trabajar con algunos actores y extras no profesionales e indígenas practicantes del idioma, con un resultado limpio para el film que sólo otros hablantes del mismo idioma podrán juzgar si el resultado es completamente correcto. Me parece que para el espectador desconocedor del idioma resulta agradable al oído la posibilidad de escuchar hablar purépecha dando, además, un sentido de orgullo a todos aquellos que tengan la fortuna de conocerlo y por supuesto seguir defendiéndolo.

Un problema ajeno a la producción y realización del film pero común a la distribución es lograr que la exhibición de Eréndira Ikikunari se vea en las salas comerciales del país. El mismo oro que buscaban los conquistadores sigue siendo el principal motor que mueve a los distribuidores y exhibidores de las cintas. Vaya este comentario como una pequeña contribución para la difusión de una obra cinematográfica mexicana con muchas ganas de contar nuestra historia a pesar de los pesares.

Trailer del film:



Ficha Técnica:

Eréndira Ikikunari (México, 2007)
Guión y Dirección: Juan Roberto Mora Catlett; Dirección de Fotografía: Toni Kuhn; Cinefotógrafos: Alberto Anaya “Mándaro”, Daniel Arteaga, Rodrigo Montes de Oca, Antonio Ruiz, Jorge Suarez; Edición: Rodrigo Montes de Oca; Sonido: Enrique Ojeda; Música: Andrés Sánchez; Maquillaje: Julián Piza; Animación: HombreZoo.
Actores: Eréndira (Xochiquetzal Rodríguez); Nanuma (Justo Alberto Rodríguez); T'shue (Luís Esteban Huacúz Dímas); Timas (Roberto Isidro Rangel); Cuynierangari (Edgar Alejandro Pérez); Tangaxoan (Rubén Bautista); Anciana del Oráculo (Soledad Ruiz); Tía de Eréndira (Adelaida Huerta); Fray Juan Tapia (Sergio Gonzáles Pérez); Domingo Niño (Alberto García); Andamuqua (Ismael Marcelino); Petamuti (Marco Antonio Ortiz); Voz del Narrador (José Flores Martínez). Traductores al Purépecha: Ireneo Rojas, Lucas Gómez Bravo, Ismael García Marcelino. Coach de diálogos en Purépecha: Ismael García Marcelino.
35 mm, color, 1 hora 47 minutos.

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