martes, 5 de febrero de 2008

Súper Martes


Después del Super Bowl –la mejor final que he visto en muchos años- hoy es el ¡Súper Martes!: aquí un hombre negro contra una mujer blanca es básicamente el interés. Desde luego, en los dos casos el super show mediático es inevitable. Para el caso del Super Bowl se alcanzó el segundo mayor raiting de audiencia en toda la historia de la televisión en Estados Unidos. Un entretenimiento mediático, hay que reconocerlo, espectacular. Porque a pesar de que una real crisis económica ya está presente en el super país del mundo, el show debe continuar; ahora en el campo de la política partidaria y por supuesto con un garantizado alto raiting. Ni para qué preguntar quién va a ganar; sea Obama o Hillary, no importa, el super establishment será el verdadero ganador. Debería pasar a segundo término si es una mujer o un negro, pero no será así; cualquiera de los dos que resulte vencedor hará historia.

El sistema político de Estados Unidos no desaprovechará la ocasión para decirle al mundo que la democracia está por encima de cualquier cosa; bien, en apariencia. Al respecto, hace unos días en el debate transmitido por CNN entre la senadora Hillary Clinton y su similar Barack Obama alguien del público hizo una reflexión por demás interesante y con un claro destinatario. El televidente lo resumió de la siguiente manera: “tengo 37 años y desde que empecé a participar en elecciones para presidente siempre he visto en la boleta a un Bush o a un Clinton: ¿por qué debo volver a escoger a otro Clinton?” En efecto, los cuatro años en la presidencia de Bush padre, los ocho años de Bill Clinton, más otros ocho de Bush hijo y, ¿por último?, la posibilidad de ocho en el poder presidencial de Hillary Clinton son datos incuestionables. Con esta democracia es imposible extrañar la monarquía.

En una simple definición de Monarquía el diccionario dice así: “Forma de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a un príncipe, designado generalmente según orden hereditario y a veces por elección” (el subrayado es mío). Evidentemente nadie habla de monarquía en el Súper Martes. Nadie se cuestiona la repetición de los mismos nombres en la lucha por los mismos puestos de poder. Cuando menos nadie en las cúpulas de poder –demócratas o republicanos, sin importar si es un negro o una mujer-. Porque para el caso de Hillary Clinton, aquí tengo unas dudas: ¿Hillary estaría en la lucha por la nominación demócrata para la presidencia si no fuera la esposa del presidente Bill Clinton? O dicho de otra manera; George W. Bush sin duda utilizó la influencia de su padre –quien también fue presidente- para llegar al poder. O por último; ¿no se está hablando de que la dinastía Kennedy apoya a Obama? Cosas que son públicas y que no necesitan un gran ejercicio de reflexión.

A pesar de todo ello, digno de un buen film hecho en Hollywood, es alentador dejar atrás la depresión causada por la dinastía de los Bush y pensar que el poder en el país más poderoso del mundo pudiera estar en manos y cabeza de una mujer blanca –la primera mujer, por cierto, aunque sus electores en la práctica aprueben una monarquía disfrazada-. O mejor aún; el primer presidente negro. ¿Quién lo pudo haber escrito mejor?

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