lunes, 19 de mayo de 2008

Yo no voté por el PRI

¿Hacerse el desentendido es caro o barato? ¿No involucrarse es lo mejor o al final siempre habrá consecuencias? ¿Importa lo que digan o callen otros? ¿En qué me afectan sus dichos? ¿Para qué ocuparse en atender sus decisiones? ¿A quién le importa el discurso de un gobernador de Coahuila, la declaración del presidente municipal de Torreón, senador “x” o diputado “y”? ¿Siempre ganan ellos y en consecuencia nosotros siempre perdemos? Corrijo: siempre ganan ellos, ¿quién paga?

¿Quiénes, por cierto, son ellos? ¿Cómo se llaman? ¿Por qué las cosas no cambian? ¿Por qué simulan? ¿Por qué nosotros disimulamos? ¿Por qué no vemos, no oímos? ¿Acaso nunca pierden? Y cuando pierden, ¿de verdad son violentos? ¿Nunca mienten? Y cuando mienten, ¿parece que dicen la verdad?

¿Cómo desenmascararlos? ¿Hasta cuándo seguirán? ¿Les sigo ignorando o empiezo por descubrirlos? ¿Quién jodidos es, por ejemplo, un tal Manlio Fabio Beltrones? ¿Qué hace este fulano y sus secuaces para poder importarme? ¿Son los únicos? ¿A mi qué? ¿Informarme de la existencia de los mafiosos ayuda a detener la migración? ¿Conocerles ayudará a bajar los precios de los alimentos? ¿Identificarlos brindará empleo para todos?

Tal vez dejar crecer preguntas sin respuestas pueda darme, por arte de magia, el don de la inspiración y encontrar a los tiranos. O más fácil; puedo apostar al cara o cruz, al sol o al águila y dejar que la suerte decida. Una cara de la moneda sería para no preguntar y la otra para que otros se cuestionen: yo no. En síntesis, no involucrarme. En última instancia también puedo “hacer” un acto de fe, soñar con un futuro donde no haya más migración, desigualdad, corrupción, impunidad, injusticia. O puedo empezar por repetir una y otra vez las mismas preguntas hasta llegar a algunas respuestas, por supuesto siempre tentativas, y darme un mínimo de certeza, una mínima información para intentar entender por qué, cómo, cuándo, dónde y sobretodo quién(es) le juega(n) a ganar con todo y contra todos. Irles descubriendo sus cartas. Obligarles a jugar abierto, por encima de la mesa. Al fin y al cabo no se trata de ser ingenuos sino realistas. Paulatinamente ir acabando con lo “oscurito” o “debajo del agua”, porque ello es un juego perdido para la gran mayoría y con la perversa intención de perpetuar el estado de cosas actual. Las tácticas para seguir vendiendo los arreglitos vienen envueltas en discursos de honestidad, democracia, estado de derecho, progreso, paz social. Conceptos secuestrados, llenos de simulación, desgastados. Pero aún para cuando esas palabras no cumplan su función del engaño siempre estará a la mano tan sólo utilizar una contundente palabra: violencia, que inevitablemente es hermana del miedo, la impotencia, el desánimo, la inmovilidad ¿De verdad son capaces de utilizarla o es puro mito?


1 comentario:

Anónimo dijo...

I agree with you about these. Well someday Ill create a blog to compete you! lolz.