sábado, 9 de agosto de 2008

8 de Agosto 1968



En lo primeros días de agosto el movimiento estudiantil se fortalece con un efecto dominó en diferentes escuelas, facultades, institutos. Un sector importante de profesores de la UNAM, Normal de Maestros, Chapingo, el Poli, también decide unirse al paro estudiantil con la creación de la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas. La efervescencia era total.

Mientras, el gobierno decide confinarse y confiar en la incapacidad de los líderes para llevar el control de una diversidad de corrientes al interior del movimiento; apostando a la atomización de la protesta y a su desmovilización quitándoles el argumento de la represión. Por otro lado, el mismo gobierno intenta desviar la solución al pliego petitorio con un acercamiento entre el regente del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal, y el Dr. Guillermo Massieu, director del Instituto Politécnico Nacional (IPN), siempre simulando la conciliación. A pesar de que por esos días la huelga estudiantil se sostenía con pocos cuestionamientos, el director del IPN incluye en el debate la necesidad imperiosa de terminar su calendario escolar. Al menos por ese tiempo el levantamiento de la huelga no era una cuestión importante y la intención de dividir al estudiantado, sobretodo al politécnico, se cumplió muy limitadamente.

Agosto también marcará en la historia al movimiento como estudiantil…Nunca alcanzará lo que algunos líderes pretendían; llegar a otros sectores sociales para alcanzar objetivos semejantes al Mayo de los estudiantes en Francia, donde la unión de estos con obreros se concretó en la práctica y la intención de obtener el poder real estuvo muy cerca de cumplirse. Los estudiantes en México sí tenían una simpatía de amplios sectores de clase media pero nunca lograrían impactarla sustancialmente y menos aún conseguirán una alianza significativa y trascendente con el sector obrero, y ni para que mencionar a los campesinos quienes vieron pasar el movimiento como algo muy alejado a su realidad.

Sergio Zermeño escribe en relación a las debilidades del movimiento: “Y es que movimiento y dirección se encuentran sometidos a una dinámica de relaciones sociales que deriva de una triple dependencia: a) en función de una alianza estratégica interior sumamente endeble; b) en función de las respuestas y decisiones de un adversario para el que la correlación de fuerzas es favorable de manera desproporcionada, y c) en función de la respuesta de unos sectores populares que no llegan nunca a brindar su apoyo abiertamente pero sobre los que la esperanza jamás se perdió”*

Moderados contra radicales, "blandos" contra "duros"; son hasta la fecha mutuas recriminaciones que se hacen los ex lideres del 68. Los duros no dejan de repetir que se cometieron diferentes errores al no vincular a los estudiantes con los obreros, ello confirmado por declaraciones de la época y su reiteración al paso del tiempo. Por lo cual, esto último no deja lugar a duda para situar a algunos sectores dentro del CNH con un claro objetivo de alcanzar el poder real; son los grupos que Luis González de Alba, reconoce, fueron dando los pretextos que necesitaba el gobierno para la represión. Los moderados, por su parte, exponían un discurso basado en preceptos constitucionales, institucionales, de libertades democráticas, diálogo público para la solución del conflicto, etc; tenían pues, en su contra, la crítica constante de no vincular la lucha por la democracia con el programa de una revolución socialista. A pesar de esas posiciones en apariencia irreconciliables, el CNH les dio espacio a todas las expresiones y maneras de ver el movimiento. Su mérito fue darle representatividad a todos los comités de lucha o comités de huelga en todas las escuelas. De igual importancia, que debe ser visto como positivo, fue dejar dirección única en la reponsabilidad del CNH; nunca había existido una experiencia de esas dimensiones en la historia político social del país. Demasiada responsabilidad, pero ahí está el hecho para quien lo sepa comprender en otro momento. Hay fuertes críticas para lo que a la postre no sabría resolver el Consejo, como aquello de no poder encauzar lo extremo de algunas posiciones. En descargo de esas críticas injustas hay que recordar que ello no es nada nuevo en un movimiento de corte democrático ni tampoco es exclusivo del 68.

38 comités de lucha tomaron acuerdos el 9 de agosto:
“1. El Movimiento Estudiantil queda integrado, a partir de esta fecha, bajo las siguiente organización:
“a) Asamblea Plenaria, con soberanía y poder político de decisión.
“b) Consejo Nacional de Huelga, integrado con las siguientes comisiones: Relaciones con Provincia, Brigadas, Propaganda, Finanzas, Información, Asuntos Jurídicos. Estas comisiones están integradas por dos representantes de la Universidad, dos del IPN, uno de Chapingo y uno de la Normal.

“2. Se acordó rechazar la respuesta al pliego petitorio, dada por el licenciado (Alfonso) Corona del Rosal, lo que se hará del conocimiento público a través de un manifiesto.
“3. Se realizará una manifestación estudiantil-popular con participación de profesores, el próximo martes 13 de agosto, misma que partirá del Casco de Santo Tomás para culminar en el Zócalo.”**

A ver, jóvenes de 17 y 18 años, máximo en promedio, participando en una dirección de un movimiento de masas (alumnos representantes de vocacionales y preparatorias) junto a otros también jóvenes de facultadas y escuelas. Por supuesto que en esa intervención política había gente con una trayectoria de lucha estudiantil de varios años atrás, pero sin duda era la minoría. En contraste, el Consejo Nacional de Huelga se nutrió de gente con mucha disposición para colaborar pero sin experiencia previa, seguramente motivados básicamente por la avalancha de los acontecimientos; sus decisiones para la hora de tomar acuerdos debieron haber estado más llevados por el momento sin dedicar demasiado tiempo al análisis de las circunstancias, lo cual es perfectamente comprensible, entendible y poco criticable. Al respecto, el movimiento les debe mucho a esos jóvenes que no querían perder el tiempo en largas y tortuosas asambleas manipuladas por los extremos minoritarios de diferentes corrientes; infaltables, según la norma, en cualquier grupo político. El arrojo y la valentía fueron una cualidad de este grupo de jóvenes. Sus acciones estaban basadas más en la intuición y la energía natural de la edad; lo que al principio les sirvió para darle un gran porcentaje de vida al movimiento. Esa característica positiva se les revertiría y serían también el segmento de edad que más víctimas aportaría a la historia; eran, y ahora son, los dueños de ese carácter romántico que al paso del tiempo ya no es posible arrebatarle a ese año 68 en México. Los líderes con más experiencia de participación activa en otras luchas estudiantiles, en cambio, orientaban sus acciones y decisiones a la lucha por el poder (tanto al interior del CNH como en la intención de obtenerlo a nivel nacional); lo quieran reconocer o no los diferentes ex-líderes vivos cuarenta años después. Participaron, sí, en ese mítico año, pero eran ya jóvenes –no todos, claro- con un corazón curtido (dicho sea con todo respeto, ciertamente envejecido), prevenido ya de las infaltables traiciones, intrigas y corruptelas del México de la política, sea de izquierda o derecha. Sin embargo, para todos tendría su ración de cariño el poder del Estado mexicano; a unos les daría macanazos, balas y cárcel. A otros cárcel y premios. Es en esto último donde muchos nombres no pasan la prueba del añejo.

*Sergio Zermeño, Mexico: Una democracia utópica, pág. 118.
**Ramón Ramírez, El movimiento estudiantil de México. Tomo I, pág. 206.

Foto: El Universal

1 comentario:

Gonzalo G. García Vargas dijo...

Excelente reseña con análisis cuidadoso de los hechos. Felicidades.