martes, 2 de septiembre de 2008

1 de Septiembre 1968


El Presidente Gustavo Díaz Ordaz se refirió en diferentes oportunidades al Movimiento Estudiantil, desde luego nunca sin mencionarlo específicamente por ese nombre, el día primero de septiembre en su IV Informe de gobierno. No se necesita una lectura muy acuciosa para evidenciar lo que se desataría en contra del Movimiento a partir de ese mes y hasta el final del mismo (la suspensión de la huelga por los primeros días de diciembre).

Durante los recientes conflictos…se advirtieron en medio de la confusión, varias tendencias principales, la de quienes deseaban presionar al Gobierno para que se atendieran determinadas peticiones, la de quienes intentaron aprovecharlo con fines ideológicos y políticos y la de quienes se propusieron sembrar el desorden, la confusión y el encono…con el fin de desprestigiar a México…e impedir acaso la celebración de los Juegos Olímpicos.

Los desordenes juveniles que ha habido en el mundo han coincidido con frecuencia con la celebración de un acto de importancia en la ciudad donde ocurren…De algún tiempo a la fecha en nuestros principales centros de estudio se empezó a reiterar insistentemente la calca de los lemas usados en otros países, las mismas pancartas, idénticas leyendas.

Tenemos confianza en que no se logrará impedir la realización de los eventos deportivos en puerta, cuando más se conseguirá restarles lucimiento.

Reafirmo…mi respeto a la autonomía universitaria…Debo agregar y con este criterio coincide el de destacados abogados, que si se examinan los hechos con serena objetividad y rigor técnico, jurídicamente no hubo violación a la autonomía universitaria.

No admito que existan “presos políticos”. ‘Preso político’ es quien está privado de su libertad exclusivamente por sus ideas política, sin haber cometido delito alguno.

Respecto a los artículos 145 y 145 bis del Código Penal…¿Debe ser delito o no afectar la soberanía nacional, poniendo en peligro la integridad territorial de la República, en cumplimiento de normas de acción de un gobierno extranjero? ¿Debe ser delito o no preparar la invasión del territorio nacional o la sumisión del país a un gobierno extranjero? Estos casos son parte del artículo 145.
El artículo 145 bis señala cuáles son los delitos de carácter político. Si se deroga ningún delito tendrá carácter político. ¿Es eso lo que se demanda?

El incidente, en apariencia minúsculo, que se señala como origen del problema, no fue el primero de su género, sino culminación de una muy larga serie de hechos violentos, de atentados a la libertad y a los derechos de muchas personas.

Situemos estos hechos dentro del marco de las informaciones internacionales sobre amargas experiencias similares de gran número de países en lo que, desde un principio o tras haberse intentado varios medios de solución, se tuvo que usar la fuerza y sólo ante ella cesaron o disminuyeron los disturbios…todo tiene un límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando irremediablemente el orden jurídico, como a los ojos de todos ha venido sucediendo…agotados los medios que aconsejan el buen juicio y la experiencia, ejerceré, siempre que sea necesario, la facultad contenida en el artículo 89, fracción VI de la Constitución General de la República que, textualmente dice: ‘Artículo 89. Las facultades y obligaciones del Presidente de la República son las siguientes:… VI. Disponer de la totalidad de la fuerza armada permanente o sea del ejército terrestre, de la marina de guerra y de la fuerza aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación…No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario; lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar llegaremos.

Examinemos ahora, brevemente, el verdadero fondo del problema; la urgencia de una profunda reforma educacional. Problema no sólo de México; la crisis de la educación es mundial.

En unas semanas o en unos meses, los acontecimientos tomarán, con la perspectiva del tiempo, su verdadera dimensión y no pasarán como episodios heroicos, sino como absurda lucha de oscuros orígenes e incalificables propósitos.*

En conferencia de prensa el CNH expresó su postura a las menciones del presidente en relación al “conflicto”:

Los argumentos y la razones que se esgrimieron en el Informe son o falsos o en el mejor de los casos triviales y superficiales.

El Informe no representa por lo mismo un cambio cualitativo en el aspecto del Movimiento y en el aspecto de la actitud que nosotros podíamos guardar hacía él. El Informe no contiene argumentación política excepto en dos. La argumentación política del Presidente se circunscribió a dos de los puntos de nuestro pliego petitorio: el relacionado con los presos políticos en México y la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal.

Los puntos con los que pretendió justificar que en México no existen presos políticos y las posibles salidas o las posibles soluciones que veladamente ofreció, de ninguna manera son aceptadas por el CNH como una respuesta a nuestro pliego petitorio.

Con respecto al problema del diálogo…Nosotros no vamos a dialogar con la presión de los tanques y las bayonetas encima, nosotros no entendemos el lenguaje de las ‘orugas’; retiren los tanques de las calles, retiren el ejército de las calles, retiren todos los provocadores y las fuerzas de choque que vestidas de civiles atacan a nuestras brigadas de la calle, y entonces públicamente estaremos dispuestos a dialogar a debatir, antes no.*

Después de un Informe presidencial con aquella característica con sabor a imperial, en donde un supuesto país democrático estaba sujeto al poder depositado en un solo hombre; el Presidente de la República seguía dictando que su investidura había de escribirse con mayúscula. La fórmula no estaba diseñada para el respeto a la institución presidencial sino para tenerle miedo al individuo en turno con el monopolio del poder. Las advertencias veladas y directas de Gustavo Díaz Ordaz en aquel Informe para los “desordenes juveniles” empezaron a cumplirse abierta o clandestinamente. El estilo autoritario de Gustavo Díaz Ordaz en realidad venía cumpliéndose cabalmente desde antes del Movimiento Estudiantil de ese año. Eso y la presión política y económica para cumplir con el compromiso de los Juegos Olímpicos más la inevitable serie de intrigas palaciegas por la lucha en la designación de la candidatura oficial para el próximo presidente hicieron posible el peor de los escenarios. Las salidas contrarias fueron alejándose conforme la inauguración de las Olimpiadas se acercaba. Por ello, el gobierno de México tenía la incómoda e inevitable presencia de la prensa mundial, otro factor desequilibrante. La información que estaba saliendo al mundo no podía ser controlada al igual que la nacional. Incluso el Comité Olímpico Internacional llegó a plantearse la alternativa de suspender su negocio de los juegos y aunque los estudiantes se esforzaran por declarar no interferir ni estar en contra de los mismos, en el gobierno no creían en la buena fe.

*Ramón Ramírez, El movimiento estudiantil de México, Tomo I, págs 281-287.


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