miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Entrada para salida 2008?


2008 no será un año para olvidar, será un año para recordarnos que poco podemos hacer contra el miedo y la codicia.

Tu destrucción se gesta en la codicia
de esta sed, toda tacto, asoladora,
que deshecha, no viva, te atesora
en el nimio caudal de la noticia.

Te miro ya morir en la caricia
de tus ecos, en esa ardiente flora
que, nacida en tu ausencia, la devora
para mentir la luz de tu delicia.

Pues no eres tú, fluente, a ti anudada.
Es belleza, no más, desgobernada
que en ti porque la asumes se consuma.

Es tu muerte, no más, que se adelanta,
que al habitar tu huella te suplanta
con audaces resúmenes de espuma.*

Ya llegó lo anunciado y ahora toca el turno individual para pagar los excesos de otros. Son lo mentados ciclos, son las subidas y bajadas. A fuerza de tundas debo decir; me rindo. Si no puedo con ellos es mejor unírseles. Tener la inteligencia y la paciencia necesaria para entenderlos no es cosa de poco tiempo; es toda una vida. En paralelo seguirán con sus discursos de democracia, de justicia, de igualdad, de crecimiento, de valores, todo siempre en letra más que muerta. La realidad es mucho más grande e insultante que los discursos mentirosos. Cierro mis oídos y no les creo nada. Ahora, además, ya no es suficiente saber que tenemos ladrones en nuestro propio gobierno. Ahora esos ladrones no pierden el tiempo para salir a consolarnos cuando gritan; ¡al ladrón, al ladrón!, la crisis viene de afuera. Pues peor aún. Cifras inconmensurables son repetidas para perdernos en la repartición global de la pobreza. Algunos seguirán sumando y restando aritméticamente sus esperanzas, mientras otros rendirán culto al poder de los números de Fibonacci, entendiendo y descifrando sus secretos (no tanto) para tener más de lo mismo que ya tienen.

Me rindo, y no tengo el menor resquicio de vergüenza en reconocerlo. 79 años fueron insuficientes para aprender la lección. No podíamos darnos el lujo de salir mal librados de la estadística; debíamos presumirles a nuestros hijos y nietos nuestra capacidad para reventar al mundo en un bonito desmadre. Ya nadie recordará a la generación del 29, ahora somos todos los orgullosos 2008. Qué nadie se deprima; feliz 2009.

*José Gorostiza, Tu destrucción se gesta en la codicia.


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