viernes, 12 de junio de 2009

El ABC de otra tragedia

44 niños. Qué tenemos en México, empeñados en repetir tragedias. Aquí hacemos lo contrario del refrán; no tapamos el hoyo después del niño ahogado. Todos hacemos como que no vemos (sin contar las excepciones, que las hay).

La distancia geográfica de Torreón a Hermosillo es enorme, pero la tragedia del incendio en la guardería ABC nos acerca y nos hermana. Lo hace por el drama mismo de la muerte de 44 bebés que nos obliga a solidarizarnos con el dolor de sus padres y familiares. Nos hermana también porque en cualquier lugar del país puede repetirse lo evitable.

Los accidentes pasan, eso nadie lo cuestiona. Pero con 44 niños envueltos en la mortaja del humo y del fuego quién es capaz ahora de defender al México del “ahí se va”. Cómo argumentar a favor del país de los descuidos y los reglamentos olvidados y escondidos por todos los responsables. Igual que en cada tragedia, la cadena de responsabilidades siempre está rota por la corrupción, por lo podrido, lo sucio. Y en ese salpicadero de porquería, cuando el librito de la impunidad dicta esconder las cosas de su realidad, la cifra de 44 niños muertos se convierte en un ajuste de cuentas entre empresarios-políticos.

-“¿Cómo le pago el favor compadre?”
-“Écheme la mano con una guardería.”

¿Será diferente en Oaxaca, en Coahuila, en Yucatán? Estamos en un país hermanados con la tragedia de tener a zánganos enquistados en toda la estructura gubernamental de cualquier nivel. Cómo hacer dinero sin trabajar, es la consigna. Pero, aunque algunos "genios" lo quieran negar; siempre hay límites. La negligencia de suponer que eternamente alguien paga, invariablemente cobra caro. Pensar que yo cobro y el de atrás paga, y éste a su vez le pasa la factura al que sigue necesariamente encontrará un final desastroso. Los bebés pagaron con su vida las negligencias de todos los involucrados. Podrán evitar los culpables y responsables la justicia (ojalá y me equivoque), pero no lo olvidarán en sus conciencias: ése será su límite.

Esa idea de que siempre hay que buscar el lado bueno a lo malo se hace necesaria en este caso, por salud mental de todos nosotros que tenemos que padecer vivir, no es ironía, en México. En este monoblog, mientras prensa, radio y televisión se empiezan a desviar de la tragedia humana y buscan culpables, quiero reconocer y hacer un pequeño recordatorio de los Héroes de Hermosillo: Francisco Manuel López Villaescuza y su padre Héctor Manuel López Córdova (gracias a la lectura de un comentario al respecto en el blog de Ruta Norte Laguna).

Y sí, para todo hay excepciones. Francisco Manuel López, un joven mexicano diferente que haciendo caso a la iniciativa de su padre logró, según cifras oficiales, que 102 niños de la guardería ABC en Hermosillo sigan vivos. Sin pensarlo, en una decisión espontánea, oportuna y efectiva utilizó su camioneta para abrir tres boquetes en una pared de la guardería. Su acción, dirigida por su padre, permitió el ingreso a los otros también héroes uniformados de socorristas y bomberos para evitar más bebés muertos. Cuando menos las gracias deberíamos estarle dando todos a estos héroes. Dentro de la tragedia, Francisco Manuel López y su padre nos hacen creer que todavía no todo está perdido y además estamos obligados a seguir aprendiendo.

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