domingo, 9 de enero de 2011

No todo es juego


El juego de fútbol estuvo divertido, ganó Santos 2 a 1 al Atlante. No conocía el Territorio Santos Modelo (TSM), como se hace llamar al nuevo estadio que la Cervecería Modelo tiene de negocio en la Comarca Lagunera. Sin embargo, hay cosas que no son cosa de juego.

Para todos aquellos que quieren contribuir al crecimiento de una empresa privada y pagar sus precios por el espectáculo, que su bolsillo se los reclame. Muchos favores a cambio del incremento en el costo (argumentará el Santos como entidad privada): lugares numerados, sanitarios dignos y limpios (hasta donde es posible eso), pantallas panorámicas, vigilancia con cámaras, seguridad con un número de elementos de la policía municipal que destacan por cantidad y presencia…Todo ello dentro de lo límites del TSM.

Pero hay costos que también deben ser tomados en cuenta fuera de los límites del estadio. La empresa, que gana con nuestras vialidades, no les retorna ningún beneficio a sus clientes que alguien ha sabido etiquetar con el nombre de “aficionado”. Un botón de muestra está en algo que pocos señalan: la falta de seguridad para todos aquellos que asisten a un juego del Santos (y quizá se repita en el país).

Ante el alto costo del servicio de estacionamiento dentro del TSM algunos dueños de terrenos, justo enfrente al estadio y cruzando la carretera Torreón-San Pedro, decidieron ofrecer el servicio con precios mucho más moderados. Cruzar la carretera en dos tiempos (antes del inicio del juego y al final del mismo) es peligroso para el peatón, sobretodo al final del juego. Me explico: el estadio en realidad es una cantina, la cual expulsa sin precaución a sus “aficionados” a un tramo de carretera sin más trámite.

Dos cosas que requieren de muy poca inversión para la Cervecería Modelo ayudarían de forma importante para la seguridad de sus clientes. Otra estaría en manos del municipio.

En cuanto a la empresa, mucho se le agradecería implementará una campaña formal para que el día del juego impulse la costumbre del conductor designado. La otra acción sería consecuencia de que la empresa acepte su responsabilidad civil en el riesgo que sus clientes tienen cuando cruzan la carretera. Brindarle protección y seguridad a toda la gente que les hizo el favor de acudir al juego, con una donación de un puente para la ciudad que esté ubicado en la salida del estadio hacia los estacionamientos de la “competencia” sería una solución, que además les demanda muy poca inversión.

Por su parte, el municipio tiene la obligación (urgente) de implementar un programa tipo alcoholímetro. Es casi un crimen no hacerlo. No implica gran costo operativo y en cambio seguramente resultará en una gran inversión. Pensar en la gente siempre lo es. Una regulación de ese tipo ofrece mayor seguridad para todos, y más para los que por miles de razones no acudimos al estadio los días de juego. Qué todos ganen, debe ser una nueva constante en la mentalidad de empresarios, gobierno y ciudad. La diversión no está peleada con la previsión.

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