Un documental en cine cumple su función cuando, voy a tratar de sintetizarlo así: nos enseña lo que de otra manera no podemos ver. Ahora mismo está en el debate nacional Presunto Culpable y poco se atiende el punto de vista cinematográfico.
Un documento desde luego también es la sentencia de un juez, pero cuando menos en el país sabemos lo poco accesible que es entender realmente un documento de ese tipo. Ante eso, un buen documental cinematográfico puede ir llevando de la mano al público casi en forma didáctica cómo pasan las cosas que ignoramos. Es muy parecido al proceso enseñanza-aprendizaje, cuando de verdad sea éste llevado a la práctica de forma óptima.
En cine, el género del documental tiene grandes realizaciones a través de su historia. Por ahora mi motivación para escribir de uno es obvia: obedece al caso de Presunto Culpable, pero el gusto e interés por los documentales desde mucho tiempo atrás han sido parte de mi “bagaje cultural”. El cine nació siendo documental, sería una expresión personal que me delataría como aficionado al género.
Y como aficionado tengo mis asegunes en cuanto a la realización de Presunto Culpable. Posee muchos defectos. No escribiré sobre ninguno de los que aprecio. Lo diré de esta forma: cualquier defecto de realización o de producción no tendría la menor importancia, es decir, no aportaría nada si antes no se contesta la siguiente pregunta: ¿nos enseña algo el documental?
En México algunos vamos avanzando como tortugas. Otros, acostumbrados a formas de comunicación mucho más expeditas (tipo Redes Sociales en internet y tecnología de la información) nos están enseñando a dejar atrás muchos lastres en nuestras expresiones y hábitos. De los primeros (aquellos de la inmovilidad parecidos a las tortugas) no faltan las voces partidarias de que siempre todo seguirá igual, sin cambios, y curiosamente mucho menos en México.
Presunto Culpable nos enseña cómo cambiar. ¿Tienes una cámara de video, eres víctima de un delito y decides denunciarlo? Graba tu denuncia y de ser necesario el juicio del probable delito, nos propone el documental en cuestión. ¿Cuántos hemos recibido esa enseñanza? Los que creen en el México imposible de cambiar de seguro se llenarán la boca de “supuesta” sabiduría y dirán algo así como esto: “sí, ya sabemos que así es en México. No están descubriendo el hilo negro”.
¿De verdad Presunto Culpable no está descubriendo nada? ¿Desde cuándo hemos permitido que sólo lo escrito sea la prueba incuestionable en los juicios mexicanos? ¿Dónde están los abogados y jueces que nunca nos habían dicho de nuestro derecho a documentar en sonido e imagen cualquier juicio? Si esas y muchísimas más preguntas salen de forma espontanea en la plática de nosotros los comunes ciudadanos, el documental habrá cumplido con su intención original: enseñar. Del conocimiento necesariamente surgirán dudas, cuestionamientos, diferentes puntos de vista, explicaciones e incluso hasta contradicciones. Y no será igual el antes al después. Se apretó un botón que en algún momento oscuro de nuestra historia nos habían dicho “no tocar”.
Observo por todos lados que para bien o para mal el documental no pasa desapercibido. Miro al jurista; que si se debió seguir la vía civil para que un personaje del documental defendiera su derecho a la propia imagen; al periodista, explicando desde su punto de vista la parcialidad del docu cuando no presenta a la víctima y la familia de la misma como la otra parte del juicio que nosotros no vemos; al politólogo, reclamando al poder judicial el intento de censura para evitar así verse cuestionado por una ciudadanía cada vez más participativa; el defensor de derechos humanos insistiendo sobre la impunidad de los criminales en México cuando el documental implícitamente nos dice que no hay culpable; el empresario que alega su derecho a la propiedad y pone a debate el problema de la piratería desatada contra su producto. En suma, un documental que provoca debate y reclamos. El reclamo más importante, desde mi punto de vista: exigir un sistema judicial digno de la democracia que pretendemos reconstruir. Presunto Culpable ya puede ser considerado como nuestra deseada Caja de Pandora: veamos qué se destapo. Los que tiene miedo de que se haya abierto son los mismos que piensan que la ignorancia siempre estará empoderada en los mexicanos: nada es eterno.
Así que en México apenas nos damos cuenta que andaba girando por el mundo un gran documental, el cual desde hace tiempo había recibido reconocimiento internacional. Vale Presunto Culpable como un documental que cumplió con su parte, la nuestra es dejar de ser simples espectadores y reconocernos como actores todos.
Un documento desde luego también es la sentencia de un juez, pero cuando menos en el país sabemos lo poco accesible que es entender realmente un documento de ese tipo. Ante eso, un buen documental cinematográfico puede ir llevando de la mano al público casi en forma didáctica cómo pasan las cosas que ignoramos. Es muy parecido al proceso enseñanza-aprendizaje, cuando de verdad sea éste llevado a la práctica de forma óptima.
En cine, el género del documental tiene grandes realizaciones a través de su historia. Por ahora mi motivación para escribir de uno es obvia: obedece al caso de Presunto Culpable, pero el gusto e interés por los documentales desde mucho tiempo atrás han sido parte de mi “bagaje cultural”. El cine nació siendo documental, sería una expresión personal que me delataría como aficionado al género.
Y como aficionado tengo mis asegunes en cuanto a la realización de Presunto Culpable. Posee muchos defectos. No escribiré sobre ninguno de los que aprecio. Lo diré de esta forma: cualquier defecto de realización o de producción no tendría la menor importancia, es decir, no aportaría nada si antes no se contesta la siguiente pregunta: ¿nos enseña algo el documental?
En México algunos vamos avanzando como tortugas. Otros, acostumbrados a formas de comunicación mucho más expeditas (tipo Redes Sociales en internet y tecnología de la información) nos están enseñando a dejar atrás muchos lastres en nuestras expresiones y hábitos. De los primeros (aquellos de la inmovilidad parecidos a las tortugas) no faltan las voces partidarias de que siempre todo seguirá igual, sin cambios, y curiosamente mucho menos en México.
Presunto Culpable nos enseña cómo cambiar. ¿Tienes una cámara de video, eres víctima de un delito y decides denunciarlo? Graba tu denuncia y de ser necesario el juicio del probable delito, nos propone el documental en cuestión. ¿Cuántos hemos recibido esa enseñanza? Los que creen en el México imposible de cambiar de seguro se llenarán la boca de “supuesta” sabiduría y dirán algo así como esto: “sí, ya sabemos que así es en México. No están descubriendo el hilo negro”.
¿De verdad Presunto Culpable no está descubriendo nada? ¿Desde cuándo hemos permitido que sólo lo escrito sea la prueba incuestionable en los juicios mexicanos? ¿Dónde están los abogados y jueces que nunca nos habían dicho de nuestro derecho a documentar en sonido e imagen cualquier juicio? Si esas y muchísimas más preguntas salen de forma espontanea en la plática de nosotros los comunes ciudadanos, el documental habrá cumplido con su intención original: enseñar. Del conocimiento necesariamente surgirán dudas, cuestionamientos, diferentes puntos de vista, explicaciones e incluso hasta contradicciones. Y no será igual el antes al después. Se apretó un botón que en algún momento oscuro de nuestra historia nos habían dicho “no tocar”.
Observo por todos lados que para bien o para mal el documental no pasa desapercibido. Miro al jurista; que si se debió seguir la vía civil para que un personaje del documental defendiera su derecho a la propia imagen; al periodista, explicando desde su punto de vista la parcialidad del docu cuando no presenta a la víctima y la familia de la misma como la otra parte del juicio que nosotros no vemos; al politólogo, reclamando al poder judicial el intento de censura para evitar así verse cuestionado por una ciudadanía cada vez más participativa; el defensor de derechos humanos insistiendo sobre la impunidad de los criminales en México cuando el documental implícitamente nos dice que no hay culpable; el empresario que alega su derecho a la propiedad y pone a debate el problema de la piratería desatada contra su producto. En suma, un documental que provoca debate y reclamos. El reclamo más importante, desde mi punto de vista: exigir un sistema judicial digno de la democracia que pretendemos reconstruir. Presunto Culpable ya puede ser considerado como nuestra deseada Caja de Pandora: veamos qué se destapo. Los que tiene miedo de que se haya abierto son los mismos que piensan que la ignorancia siempre estará empoderada en los mexicanos: nada es eterno.
Así que en México apenas nos damos cuenta que andaba girando por el mundo un gran documental, el cual desde hace tiempo había recibido reconocimiento internacional. Vale Presunto Culpable como un documental que cumplió con su parte, la nuestra es dejar de ser simples espectadores y reconocernos como actores todos.
2 comentarios:
Muy vago tu comentario...
Me imagino que si eres seguidor asiduo del documental, sabes de que se trata.
Ojalá puedas comentar los errores de realización que sugieres tú, se observan.
Te agradezco lectura y comentario.
Escribir de la forma como está hecho Presunto Culpable me parece mucho menos importante que el fondo.
Sin embargo, tomaré en cuenta tu comentario y haré lo posible para expresar mi punto de vista para escribir exclusivamente sobre la forma del documental.
En cuanto a tu opinión sobre la vaguedad del post la cuestiono desde la perspectiva de la misma pregunta que hago en el contenido: ¿te enseño algo el documental?
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