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Algún experto en matemática financiera podrá dar una magna conferencia para explicar el valor del dinero en el tiempo. Otro especialista en economía dictará sus conocimientos para justificar o en su caso denostar la pobreza. Muchos políticos se enquistarán en los cargos públicos argumentando en su discurso siempre defender a los pobres. Intelectuales y sociólogos invertirán su tiempo en investigar el origen de la pobreza y la desigualdad social. ¿Para qué tanto quebradero de cabeza?
Dadle un monopolio a un buen administrador y encontraréis todas las respuestas en un futuro imperfecto. Que la revista Fortune publique que el empresario mexicano Carlos Slim Helú es ya el hombre más rico del mundo no lleva a sorpresa a nadie en el mundo de las finanzas y la economía.
Transferencia de riqueza injusta y desproporcionada, simplemente. Aquí en La Laguna y en todo el territorio Slim no es muy diferente. Cualquier domingo –y cualquier día- una típica familia clase media consciente o inconscientemente transfiere su riqueza, literalmente cada minuto, al Sr. Slim y su descendencia por los siglos de los siglos. A ver: el día coincide con la quincena y la familia decide salir a pasear por el centro comercial Galerías del próspero Torreón de primer mundo. Una familia X de 4 personas acude a Sanborn’s y consume una cuenta de 530 pesos, por ejemplo. En el transcurso del desayuno el papá se comunica por teléfono celular –Telcel, por supuesto- en un par de ocasiones y el costo de las llamadas importa unos 35 pesos. La señora y su hijita toman su camino rumbo a la tienda departamental Sears y con su tarjeta de crédito proporcionada por el mismo comercio compran a crédito ropa y accesorios por un valor de unos 600 pesos. Por su lado el hijo es aficionado a la música y entra a Mix Up junto con su papá; otra vez aparece el poder de la firma y el consumo entre ambos asciende a unos 400 pesos. La preocupación económico-financiera no es un problema para esta familia y deciden todos juntos entrar a la pastelería El Globo y llevar para su casa unos apetecibles pastelillos, faltaba más. La cuenta: 75 pesos. Es quincena y el recibo del teléfono se puede pagar en Sears (hay que aprovechar el tiempo y la oportunidad, piensa el feliz padre de familia) 838 pesos, el chistecito. Desde luego el recibo incluye abono de la compu de los nenes, Internet Prodigy y el exceso de las llamadas de servicio medido: “estos de Telmex, siempre con sus raterías”, piensa el temeroso y precavido usuario para no caer en las garras del Buro de Crédito. En efecto: Time Is Money, pero para un solo sitio.
Del lado depresivo el asunto se puede ver así: el salario mínimo en México tiene tres zonas geográficas. La mayor tiene un salario mínimo de 50 pesos por día –seguro aquí los defensores de las políticas oficiales de empleo dirán que el tal salario es por ocho horas-. En términos de dólares –al tipo de cambio de 11 pesos por uno- representa un ingreso de 19 centavos de dólar por hora. Para quien no haya comprendido el asunto, lo vuelvo a escribir y con mayúscula: 19 CENTAVOS DE DÓLAR POR HORA.
Generalmente los agoreros protectores del poder público y los responsables de esa infamia llamado salario mínimo se apresuran en este punto a declarar a los cuatro vientos que el salario medido de esa forma es sólo un referente pero que nadie está dispuesto a dar su tiempo por ese nivel de ingreso: mentira. La desproporción de ingresos entre los que más tienen y los que menos tienen es abismal. En una nota publicada por El Universal se menciona que “las empresas familiares de Slim ‘representaban en 2006 el 5% del Producto Interior Bruto (PIB) de México, y controla compañías que valen una tercera parte de los 422 mil millones gestionados por la Bolsa mexicana.’…lo cual ‘acrecentó la riqueza personal de Slim a la extraordinaria suma de 10 mil 800 mdd sólo entre abril y junio (de 2007).’
Hundiéndose en la depresión un trabajador de salario mínimo necesita la friolera cantidad de 834 años para tener el ingreso que el buen administrador de Carlos Slim y familia obtienen en una hora (Un millón trescientos ochenta y nueve mil dólares por hora). Sí, sí; ya sé que soy un extremista y comparo a los más pobres con el más rico del mundo. Para acabar con esa comparación voy a presentar una más justa y así salir de la depresión. Un diputado federal tiene un sueldo de 144,466 pesos al mes (sin incluir chapuzas y corruptelas). Otra vez en términos de dólares los afortunados diputados ganan por hora 18.75. Sin más rodeos y para comprobar quién verdaderamente tiene el poder en México, el dichoso diputado necesita poco más de nueve años de productiva grilla para ganar lo que el imperio Slim consigue en una hora. En realidad somos hombres y mujeres de carne y hueso de todos los niveles socioeconómicos los que con trabajo estamos transfiriendo riqueza a unos cuantos. No se necesita ser un erudito para ver lo evidente
2 comentarios:
Orale , nunca lo vi desde ese punto de vista , y yo me quejo porque no me pagan lo que quiero , en vez me 20 dollares me direron 18 la hora .... ahhh y me voy a considerar afortunado si me dan 1500 del presupuesto de 2000 dollares que voy ganar en 3 dias de trabajo....
saludos
Desigualdad es la palabra mi deivid.
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