Ayer no anulé mi voto. La propuesta del Dr. Manuel Velasco Gutiérrez de tomar en serio el tema del agua y cuando menos llevarlo a debate público durante la campaña electoral para presidente municipal de Torreón me pareció una actitud digna de un ciudadano con ganas de hacer algo en beneficio de todos. Me abstengo de hacer comentarios de los dos punteros y el ganador obvio.
En serio, no debemos dejar en el olvido la propuesta de un ciudadano muy diferente a los otros dos candidatos. El doctor Velasco ofreció construir una represa por el rumbo del Periférico para con ello recargar los mantos acuíferos y tomar, en serio, el viejo problema de la alta concentración de arsénico en el agua de la región, lo cual eliminaría una posible causa de cáncer además de recibir otros beneficios no menos importantes, entre ellos el de cambiar radicalmente la imagen del río así como fomentar un desarrollo económico impulsando el turismo ecológico con su impacto positivo en empleos; no entiendo cómo no votar por todo eso.
Así que voté por un buen ciudadano, de ello estoy seguro. Lo demás; las cifras estadísticas, los triunfalismos, el cinismo del comentario en la calle anunciando que regresan los que "sí dejan robar"; sencillamente me da asco. Chin… no pude dejar de lado el comentario.
Según la prensa local hubo 99 urnas electrónicas en todo el estado. Pues yo voté en una de ellas. Muy práctico, menos gasto en papelería. Mi comentario de mexicano desconfiado es el siguiente; antes de votar se me dio un pequeño cartón con un código de barras para deslizarlo en una ranura de la urna electrónica. Pregunto a quien sepa de cuestiones informáticas; ¿será posible ligar el código de barras con credencial de elector y voto emitido? Si la respuesta es un contundente no, desde ahora me excuso por mi descomunal ignorancia. Si la respuesta es sí, entonces el voto secreto pasó al cesto de la basura.
Según yo, una cosa es la elección federal y otra la estatal, como la de ayer. Pues bien, el presidente de mi casilla en las elecciones federales de julio de este año fue producto de un proceso de insaculación (por sorteo, para que nos entendamos) que el IFE (Instituto Federal, repito; el Instituto Federal Electoral) organizó. No sé cuál es la probabilidad de que el presidente de casilla federal sea sorteado para hacer la misma función en la elección organizada por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila en la misma casilla. Quizá exista un convenio de letras chiquitas entre IFE y el IEPCC que los ciudadanos de Coahuila desconocemos y que permitan esa curiosidad. Porque de lo contrario, en serio, ayer fui testigo de la historia; voté en urna electrónica que mandó al carajo el voto secreto, presencié un milagro de la probabilidad e increíblemente perdió la mejor propuesta.
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