Éste sábado pasado tuve una experiencia muy interesante por donde se quiera ver. Caminé junto con la tremenda Dafne (mi adorable hija) varias calles en el centro histórico del Distrito Federal. En algún momento de la tarde joven llegamos a la avenida Madero, por la Torre Latinoamericana, y apenas me di cuenta que ahora es exclusiva para tráfico peatonal.
Puedo decir que varias cosas me sorprendieron positivamente. Para quien no conozca el lugar habré de decir que a la altura del Sanborn’s de los Azulejos el nivel de la calle está ligeramente por encima del resto de las cuadras rumbo al Zócalo, de tal forma que es posible mirar la impresionante muchedumbre que circula por ahí. Me limitaré a describirlo de forma clásica: era como ver un río de gente. Cualquiera pudiera pensar que desconozco ese entorno citadino, al contrario; no me es ajeno. Sin embargo, cuando menos por la Avenida Madero, puedo asegurar que fue muy agradable caminar en la ciudad y escuchar, mirar, sentir, oler, detenerse, observar, platicar, todo ello gracias a que el espacio físico de la calle era propiedad de todos nosotros los que por ahí estábamos en ese momento. Don poderoso automóvil no estaba invitado a la fiesta.
Librerías, cafeterías, tiendas de ropa, joyerías, restaurantes, museos, hoteles, bancos, perfumerías, farmacias, panaderías, lo que cualquier ciudad debe tener para llamarse como tal, pero con una enorme diferencia comparándola con el centro de Torreón: todos con gran cantidad de clientes. Sí, es el centro de la ciudad de México; sí, es una calle peatonal; ¿y?
En qué parte hemos perdido el concepto de Ciudad. Cuándo se nos olvidó caminar. Qué significa recuperar espacios. Por qué dejamos que unos cuantos decidan qué se hace con nuestras calles, nuestra colonia, el barrio.
De no ser algo romántico hoy nadie pensaría, por ejemplo, en realizar un recorrido en carreta de Torreón a Saltillo, así que un viaje en auto o en autobús de pasajeros sería, sin duda, las opciones que cualquiera tomaría, es decir, nadie debería estar en contra del automóvil. Muy alejado de esa posición, lo mejor sería estar a favor de transporte alternativo y público que hoy son necesidades con carácter de urgente. Recordar que el tamaño de la mayoría de las ciudades del país aún permite diseñar políticas públicas para el desarrollo de ciclovías, transporte de pasajeros con un servicio digno y económico, calles exclusivas para el tránsito peatonal y todas aquellas opciones que nos hagan sentir, imaginar, vivir el entorno de y para las personas de carne y hueso que estudian, trabajan, conviven, se enamoran…Bueno, mejor dejo la palabra en el video de abajo a los que sí saben de planificación urbana, porque yo sólo sé que Dafne disfrutó gratamente el paseo.
Puedo decir que varias cosas me sorprendieron positivamente. Para quien no conozca el lugar habré de decir que a la altura del Sanborn’s de los Azulejos el nivel de la calle está ligeramente por encima del resto de las cuadras rumbo al Zócalo, de tal forma que es posible mirar la impresionante muchedumbre que circula por ahí. Me limitaré a describirlo de forma clásica: era como ver un río de gente. Cualquiera pudiera pensar que desconozco ese entorno citadino, al contrario; no me es ajeno. Sin embargo, cuando menos por la Avenida Madero, puedo asegurar que fue muy agradable caminar en la ciudad y escuchar, mirar, sentir, oler, detenerse, observar, platicar, todo ello gracias a que el espacio físico de la calle era propiedad de todos nosotros los que por ahí estábamos en ese momento. Don poderoso automóvil no estaba invitado a la fiesta.
Librerías, cafeterías, tiendas de ropa, joyerías, restaurantes, museos, hoteles, bancos, perfumerías, farmacias, panaderías, lo que cualquier ciudad debe tener para llamarse como tal, pero con una enorme diferencia comparándola con el centro de Torreón: todos con gran cantidad de clientes. Sí, es el centro de la ciudad de México; sí, es una calle peatonal; ¿y?
En qué parte hemos perdido el concepto de Ciudad. Cuándo se nos olvidó caminar. Qué significa recuperar espacios. Por qué dejamos que unos cuantos decidan qué se hace con nuestras calles, nuestra colonia, el barrio.
De no ser algo romántico hoy nadie pensaría, por ejemplo, en realizar un recorrido en carreta de Torreón a Saltillo, así que un viaje en auto o en autobús de pasajeros sería, sin duda, las opciones que cualquiera tomaría, es decir, nadie debería estar en contra del automóvil. Muy alejado de esa posición, lo mejor sería estar a favor de transporte alternativo y público que hoy son necesidades con carácter de urgente. Recordar que el tamaño de la mayoría de las ciudades del país aún permite diseñar políticas públicas para el desarrollo de ciclovías, transporte de pasajeros con un servicio digno y económico, calles exclusivas para el tránsito peatonal y todas aquellas opciones que nos hagan sentir, imaginar, vivir el entorno de y para las personas de carne y hueso que estudian, trabajan, conviven, se enamoran…Bueno, mejor dejo la palabra en el video de abajo a los que sí saben de planificación urbana, porque yo sólo sé que Dafne disfrutó gratamente el paseo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario